Muerte imprevista

Muerte imprevista, muerte a la altura de las muertes. Así invito a mi muerte, y es mi ficción cavarme, en avalancha de palabras. Así invito a mi muerte, dejando tomarme y haga, las pausas que quiera, mientras envío chasquidos de ojos, a mi oceano distinguido. Así invito a mi muerte, mientras me mata la luciérnaga, de luna que su luz me pestañea, y el silencio permanezca en las bocas. Así invito a mi muerte. No para yacer, si no para exhumar, las poesías que llevo dentro. Porque me concierne seguir en la lectura de otras bocas. Humberto Velasquez Jimenez 20/Junio/2014 9:45 a.m.