Desperté...


Desperté por los grillos de tu hogar,
por preguntar una noche antes,
¿cómo morder la uva?
y no me imagine que fuiste leída,
hasta el punto de deshidratar todos los encuentros.

Por eso me levanto,
porque soy tu santuario y centinela,
que de vez en cuando considera tus aromas,
soy tu espía y tu primer oído,
al que prefieres en tu atardecer de poca escuela,
con toda la elocuencia de la noche arrebatada.

Desperté por considerar que el sueño no te cuidaba,
quizá fue mi pretexto para socavar tus juegos,
y acabar en tu boca accidentada,
en alguna ciudad donde no brillas,
y son los descendientes que quitan tu lugar.

Por eso me levanto,
para aniquilar tú salida justa,
y el trabajo de tus piernas,
y los impulsos precipitados.

Me levanto y despierto en tu orbita,
y es sabido,
tan solo porque muere el sueño,
que tus desechos me son sabores,
y los sabores los lleve a mi boca,
como los mejores trabajos gourmet,
y como el recital del cielo en un ciudad inactiva,
donde yo fui tu excelente invitado.

©Humberto Velasquez Jimenez
13/Mayo/2016
10:39 a.m.

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