Despedida
Ya los dedos más largos se
dieron la mano,
dejando a mi vista prendida
del rastro,
invitada a pasear por la mar
que veo de frente.
Ya rasguñamos el sudor que
pudieran ser lágrimas,
debidamente arde en las
heridas o arde en el alma.
Ya las cuentas de sus
visitas se han perdido,
quedando como dos pocos,
en las palabras que se hacen
contornear,
a través del ultimo tacto que
se pueda anudar.
Me habían dicho que el adiós
se resiste,
mas no me habían dicho que
las frases ultimas,
se celebran en la mente como
arena en los zapatos.
Ya los besos quedan unos en
las alturas y otros,
en las profundidades, y se
permiten temporalmente locales.
Humberto Velásquez
11/Junio/2013
6:52 p.m.
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